Ante todo, advierto que éstas líneas estarán teñidas de "parcialidad" (bueno, en realidad todo lo que uno escribe es "parcial", o subjetivo), pero lo que quiero significar es que si son analizadas por peritos forenses inmediatamente se darán cuenta de que hay "premeditación"... y probablemente "alevosía", ya que al expresar lo que me pasa con "el Nano" es "alevosamente" emocionante.
A mi me pasa con el catalán, y obviamente a otras personas les puede suceder con otros artistas...
Ah... los artistas... qué genios verdad? Dios los tocó con la varita mágica, con ese don especial de tener una rápida resolución para interpretar y resumir en poquísimas palabras todo eso que a uno le demandaría horas, días, meses, años... y ni aún así quizá pueda expresarlo.
Un ejemplo de ésto, y tomado de una de las más bellas canciones de Serrat ("Mediterraneo"), es poder decirle a una mujer (en mi caso por mi gusto) "Llevo tu luz y tu olor por donde quiera que vaya"... y saber que esa mujer está siempre con uno; o no estar cara a cara con la persona elegida pero saber que "aunque estés lejos yo te siento a flor de piel" (de "Tu nombre me sabe a hierba"). Y así podría seguir por horas...
Quiero compartir la experiencia de haber asistido a otro recital de Serrat (nunca diría a "un recital más"... jamás lo sería). Las emociones, las sensaciones inigualables...
Con la simpleza de su guitarra, su taburete (Benito), y el notable y ya mítico acompañamiento del Maestro Ricard Miralles... con su sensiblidad a cuestas, con su fino humor, con sus complicidades, con su doble función de anfitrión-invitado a una Fiesta (Gloria a Dios en las alturas), con su repertorio de siempre, con su defensa del idioma catalán, con la alegría de poder compartir con su gente la satisfacción de haberle ganado a un cáncer de vejiga que por momentos nos llenó de angustia y tristeza, y en nombre de quién sabe que sórdido personaje camuflado de enfermedad.
Allí estaba... ahí estábamos..., ahí estaremos!!!
"Ya no es el mismo", me dijo mi vieja.
Y no, ya no es el mismo... pero tampoco nosotros somos los mismos. Seguramente si Joan Manuel pudiera hablar de nosotros nos diría "ustedes no son los mismos"...
Nos ha pasado mucha agua por debajo del puente... hemos crecido (biológica y -ojalá que también- mentalmente), pero siempre nos fuimos nutriendo de su "sabia savia".
De "Cantares", de "Penélopes y Lucías", de "Nanas de la cebolla", de "Saetas", del "Tío Alberto", de "Esos locos bajitos", de "Defensa de la alegría"... y también de aquellas canciones a las que nuestra ignorancia del idioma catalán solo nos permite balbucear tímidamente.
Lo que sigue siendo lo mismo es la devoción mutua. La que baja del escenario y la que desciende de las butacas. La comunión de escucharlo en silencio "como en misa"... y el regocijo de gritar juntos que "aún tengo la vida!!!"
Dos horas que pasaron volando... pero que aterrizaron para quedarse en el mejor de los lugares que tiene cada uno de nuestros corazones para esos momentos especiales.
Cierro como lo hago generalmente: dando un "gracias" a los que me hacen mejor la vida. En éste caso para JOAN MANUEL SERRAT... "el Nano"...
Y como me cuesta expresarlo en palabras, le pido prestado un pedacito de una de sus canciones, y a propósito de no poder decírselo en la cara: "donde quiera que estés te gustará saber que te pude olvidar y no he querido"...
Ojalá que Dios nunca me permita olvidar a todo lo que significa JOAN MANUEL SERRAT.